Crónica de la epopeya de Aintab

31.03.2021
Combatientes armenios de Aintab (abril de 1920)
Combatientes armenios de Aintab (abril de 1920)

Escribe: Rubén Manasés ACHDJIAN

El 1° de abril de cada año, en cualquier parte del mundo donde ellos se encuentren, los armenios de Aintab conmemoran el Día de la Epopeya en recuerdo de la victoria que obtuvieron en su lucha de autodefensa contra los nacionalistas turcos de Kemal Atatürk.

Siendo pequeño, todos los primeros de abril -en realidad, el domingo inmediatamente posterior a esa fecha- mis padres me llevaban con ellos a la misa en la Catedral de San Gregorio y luego caminábamos pocos metros hasta la sede de la Unión Patriótica de los Armenios de Aintab que, en aquel tiempo, era una vieja y modesta casona. Allí, muchos de los sobrevivientes del genocidio y la autodefensa de Aintab se reunían y juntos compartían el madagh, una comida ritual hecha con carne de cordero y pilav de trigo que los armenios cocinan y ofrecen para conmemorar a sus muertos.

Ya siendo adulto comprendí la trascendencia de tuvo la lucha de autodefensa de los armenios de Aintab -como la también tuvo lugar en la ciudad de Marash- en la supervivencia del pueblo armenio. De allí que considero importante dejar un breve testimonio de esa lucha que nos enaltece a todos los que descendemos del patriarca Haik, aunque no seamos oriundos de Aintab.

La ciudad

Aintab es considerada una de las diez ciudades más antiguas del mundo entre las que aún existen. Rigurosos estudios arqueológicos indican que su antigüedad data de alrededor del año 3.650 a.C. y se cree que su origen está vinculado con la cultura hitita. En la actualidad se denomina Gaziantep ("Aintab, la veterana") y es la capital de la provincia homónima ubicada en el sudeste del país, en el límite con Siria.

La ciudad tiene una superficie de 2.138 Km2 y una población que supera los dos millones de habitantes, en su extensa mayoría turcos. Su administración contempla la división de la ciudad y sus suburbios en dos distritos municipales: Şahinbey y Şehitkamil.

La presencia de armenios en Aintab -al igual que en el resto de las ciudades y regiones que hoy forman parte de la Anatolia central- es de muy antigua data. En 965 el emperador bizantino Nicéforo II Focas expulsó a los musulmanes de la región y estimuló a los armenios a repoblarla. Este fue el origen del reino armenio cristiano de Cilicia (Ghiliguiá), del cual Aintab formaba parte.

Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, la ciudad era considerada uno de los principales centros intelectuales del Imperio Otomano. Allí los misioneros protestantes norteamericanos fundaron, entre 1874 y 1880, dos célebres instituciones: el Central Turkey College, donde se formó una brillante generación de profesionales armenios y el American Hospital of Aintab, fundado por el doctor Fred Shepard.

Los edificios originales de estas dos instituciones aún existen, aunque el College no funciona como tal desde principios de la década de 1960, y el hospital de Shepard fue rebautizado como Amerikan Hastanesi.

Los antecedentes

A fines de 1918 la Primera Guerra Mundial llegaba a su fin en Oriente con la derrota del Imperio Otomano, aliado de los imperios alemán y austrohúngaro. El 30 de octubre de 1918 la delegación diplomática turca firmó, a bordo del buque británico HMS Agamennon, el armisticio de Mudros que impuso la rendición total del Imperio Otomano ante los aliados y la partición de su hasta entonces extenso territorio.

Aunque la provincia de Aintab -ubicada a 1.150 kilómetros al sudoeste de Estambul- permaneció formalmente bajo jurisdicción otomana, el armisticio establecía que los aliados británicos y franceses se reservaban el derecho de intervenir en cualquier punto del territorio turco para garantizar la seguridad en caso de disturbios. Precisamente, por esta cláusula, entre enero y febrero de 1919 los británicos ocuparon Aintab, Marash y Urfa, pese a las protestas manifestadas por parte del gobierno otomano.

En octubre de 1919 el alto mando militar aliado convino, por aplicación del Acuerdo Sikes - Picot, que las fuerzas armadas francesas reemplazaran a las de Gran Bretaña en la ocupación militar de la región. El 29 de octubre de 1919, el ejército francés ingresó a Aintab al mismo tiempo que los británicos evacuaban la ciudad, hecho que ocurrió el 5 de noviembre. Con la retirada británica, la guarnición militar de Aintab quedó conformada por el Estado Mayor de la Legión Armenia -al mando del teniente coronel Flye Sainte-Marie- una sección de infantería, un pelotón de cazadores de África y el tercer batallón de Gamavor (voluntarios armenios de la legión).

Mientras esto sucedía en las provincias del sur del país, los nacionalistas turcos -liderados por un joven general de 40 años llamado Mustafá Kemal- se organizaban en torno a una "Sociedad para la defensa de los derechos de Anatolia y Rumelia", germen del actual Partido Republicano del Pueblo (Cumhuriyet Halk Partisi).

Uno de los objetivos principales de esta agrupación política era el de expulsar a los aliados y llevar a cabo la limpieza étnica de los armenios de la Anatolia, a quienes acusaban de conspirar en favor de la recientemente creada República independiente de Armenia, constituida en las antiguas provincias orientales y que el Imperio Otomano se había visto obligado a reconocer como Estado independiente por el Tratado de Batum, firmado en junio de 1918.

Hacia fines de 1919, la situación general en toda Cilicia se había vuelto explosiva. El 1º de noviembre, aprovechando la retirada de los británicos, de la Anatolia los nacionalistas turcos iniciaron una ola de graves disturbios en la ciudad de Marash, ubicada a poco menos de 80 kilómetros de la ciudad de Aintab.

En la navidad de 1919 el gobierno nacionalista turco establecido en Ankara envió a Marash una milicia insurgente de más de 10.000 irregulares armados procedentes de Sivas (Sebastia) y comandados por el coronel Alí Kilidj quien venía acompañado por un oscuro personaje que tuvo una activa participación en la matanza de los armenios marashtzí: era Shahím Bey, un delincuente que la moderna historiografía turca elevó al rango de "héroe nacional".

Entre febrero y fines de marzo de 1920, Shahím Bey y sus irregulares cometieron numerosos crímenes y acciones de sabotaje en la ruta hacia Kilis, de la que tomaron control; entre ellos, el asesinato de cuatro ciudadanos estadounidenses, el corte de las líneas telegráficas y el asalto a un convoy de la Cruz Roja que iba destinado a ayudar a la población armenia de Marash. Las operaciones de Shahím Bey obligaron al coronel Andrea, jefe de la guarnición francesa de Anatolia, a desplazarse con sus tropas rumbo a Aintab. Finalmente, el 28 de marzo Shahím Bey cayó muerto en combate a manos de las fuerzas francesas en el puente de Elmalí.

El inicio de la epopeya

Cuando concluyó la guerra, los armenios que habían sobrevivido al genocidio y a las deportaciones regresaron a Aintab desde los desiertos sirios. Al llegar a la ciudad cayeron en la cuenta de que sus casas habían sido saqueadas y se hallaban ilegalmente ocupadas por turcos, kurdos y circasianos, de modo que no tuvieron otra opción más que establecerse en barrios ubicados en una zona completamente separada de los barrios turco y kurdo.

Por su parte, la autoridad militar francesa de Aintab estaba continuamente desbordada por los disturbios y se veía incapacitada de pacificar las profundas rivalidades existentes, lo que terminó produciendo nuevos y más intensos conflictos entre la población civil de etnias rivales.

Hacia principios de 1920 corría el rumor, luego confirmado por los hechos, de que los franceses abandonarían la ciudad, una oportunidad que los dirigentes nacionalistas turcos esperaban con paciencia. El teniente coronel Andrea recibió la orden superior de retirarse con todas sus tropas de Aintab -incluida la Legión Armenia- y dirigirse hacia Kilis.

El 1° de abril, a las seis de la mañana, los franceses abandonaron Aintab con algunos miles de armenios -los ancianos, las mujeres y los niños- y apenas pasado el mediodía los nacionalistas turcos intentaron ingresar por la fuerza al barrio armenio y someter a sus pobladores.

Se iniciaba así la epopeya de los armenios de Aintab.

La autodefensa

Con rapidez y eficacia, la población armenia organizó su autodefensa. El Cuerpo Militar Central (en armenio: zinvoragán ghetronaghan marmín) organizó las milicias y los suministros, levantó las barricadas y estableció los legendarios once puestos de la defensa.

Con rapidez y eficacia, la población armenia -guiada por el padre Nersés Tavukdjian- organizó su autodefensa: formó sus milicias dirigidas por el Cuerpo Militar Central (Zinvoragán ghetronaghan marmín) y eligió como jefes militares a Adur Levonian y a Avedís Kalemkyarian.

Las milicias armenias contaban con poco más de medio millar de combatientes y un mítico cañón de fabricación casera -bautizado con el nombre de Vredj, "venganza"- con el cual abrieron numerosas brechas en las posiciones enemigas.

Luego de un primer momento defensivo, entre el 8 y el 25 de abril de 1920 las fuerzas armenias pasaron a la ofensiva, ocupando zonas del barrio turco y confiscando todo el material de guerra que en su huida abandonaban los irregulares kemalistas (chetés).

Hacia fines de abril las tropas francesas regresaron por pocos días y hubo una breve paz que se quebró nuevamente cuando estas volvieron a abandonar la ciudad. Alentados por la errática conducta del mando militar francés, los nacionalistas turcos redoblaron sus ataques contra el barrio armenio. Hacia fines de abril los franceses regresaron por pocos días y hubo una breve paz que se quebró nuevamente cuando éstos volvieron a abandonar la ciudad.

Entre fines de abril y mediados de mayo tuvo lugar el momento de mayor violencia en el conflicto. Pese a los daños causados, los turcos no pudieron ocupar las zonas de la autodefensa armenia y se vieron obligados a establecer, el 15 de junio, un armisticio con el Cuerpo Militar armenio. Sin embargo, el 29 de julio por la madrugada, los turcos rompieron la tregua y reiniciaron los combates. Las defensas armenias resistieron con vigor y, pese a los continuos ataques de los kemalistas, los armenios pudieron organizar con éxito la cosecha de frutas y hortalizas -que llevaron a cabo las mujeres y niños que no habían sido evacuados- y se mantuvieron aprovisionados.

El fin del sitio y la victoria de los armenios aintabtsí

El sitio de Aintab se extendió durante diez largos meses. Finalmente, el 8 de febrero de 1921 dos delegados de las fuerzas nacionalistas turcas se presentaron en el puesto armenio de Kozanlé con una nota para negociar la rendición. Las principales autoridades turcas habían huido de la ciudad y las milicias kemalistas se hallaban acéfalas y desmembradas.

Producto de las negociaciones se estableció un tratado de once puntos, mediante el cual los kemalistas reconocían la autoridad francesa sobre la ciudad, se obligaban a entregar a los prisioneros y a desmantelar sus barricadas, ofrecían una amnistía general para los combatientes armenios y acordaban la organización de una policía municipal que debía ser integrada por agentes de nacionalidad armenia.

Más de 8.000 milicianos turcos perdieron la vida durante los diez meses del sitio de Aintab. Los combatientes armenios que murieron fueron, apenas, 250.

El 25 de mayo de 1920, a poco de haberse iniciado los combates, el comandante Adur Levonian emitió un llamamiento a los armenios del mundo. Allí escribió: "Nosotros pelearemos en Aintab y seremos dueños de nuestras tierras a costa de nuestra sangre (...) Que la armenidad del exterior entienda que, si queremos reconquistar lo que es nuestro, el único medio es con la fuerza de nuestras armas".

Desde siempre la historia nos enseña que cuando los pueblos dejan de esperar que sucedan los milagros, aparece en ellos una fuerza impensada que los lleva a protagonizar hechos excepcionales.

En febrero de 1921 los armenios de Aintab, como tantos otros que lucharon, lograron la victoria porque su voluntad de vivir en paz y libertad sobre su tierra natal era mucho más fuerte que el temor que pudieran sentir ante la muerte. Y porque la unidad los hizo más fuertes de lo que ellos mismos pensaban.

La combinación indoblegable de voluntad y unidad fueron la clave de aquel triunfo.