Humus: cuarenta años

05.09.2020
Portada de nuestra edición homenaje
Portada de nuestra edición homenaje

Cada experiencia habita su propio tiempo. En cada tiempo conviven lo eterno y lo efímero: la quietud absoluta y los destellos. Cuarenta años pueden significar la intensidad de una vida entera o el instante inasible que separa un pensamiento de otro. 

A mediados de 1980 lanzamos el primer número de HUMUS. Apareció como una modesta publicación impresa en offset blanco y negro de cinco (a lo sumo seis) hojas tamaño oficio plegadas al medio. En aquel entonces éramos un grupo de adolescentes y jóvenes -contábamos entre 16 y 22 años- que pertenecíamos al grupo Scout "San Vartan" del Colegio Mekhitarista.

En un primer momento Humus circulaba exclusivamente en ese pequeño segmento de la colectividad armenia de Buenos Aires y aunque en principio nos propusimos que la revista fuera bimestral, su aparición terminó siendo más bien esporádica: dos, a lo sumo tres, números al año.

Humus era, grosso modo, una comunidad autogestionaria con tareas bien distribuidas entre sus integrantes: algunos escribíamos, otros dibujábamos, otros salíamos a buscar auspiciantes para financiar la impresión o poníamos a disposición nuestras casas o nuestras máquinas de escribir para concretar la iniciativa. Una vez que la edición estaba en la calle, nosotros mismos nos encargábamos de la distribución y la venta.

Al principio no había una línea editorial definida. El material era ciertamente ecléctico y se componía de algunos poemas, una que otra crítica literaria o teatral o una breve nota de opinión acompañada de ilustraciones a trazo simple: eso era todo lo que había. Después de recopilar las notas comenzaba el arduo trabajo de diagramar que, en aquel entonces, era una verdadera epopeya: las notas se mecanografiaban en columnas ajustadas a cierto tamaño que luego se recortaban en tiras y se pegaban en cartulinas, los títulos se armaban a mano con un sistema de tipografías transferibles (se llamaban Letraset) y las imperfecciones de pegado se cubrían con tempera blanca para que pasaran desapercibidas en las precarias duplicaciones que se hacían. Eso fue Humus, al menos entre el primer y tercer número.

A partir del número 4° accedimos a otros sistemas más avanzados de edición. La revista crecía en tecnología y público, y nosotros crecíamos a la par de ellos. Por entonces ya hablábamos de temas y preocupaciones comunes a la juventud armenia y, de a poco, fuimos ampliando la agenda incorporando temas "incómodos" sobre los cuales algunos sectores no querían hablar ni que se mencionaran. Algunas buenas anécdotas ilustran esta aseveración.

En la portada interior del 5° número publicamos la ilustración de una serpiente -que simbolizaba al Estado turco- atravesada por una lanza. El dibujo -potente para las opciones estéticas de aquel momento pero demasiado naif para la mirada actual- llevaba el siguiente epígrafe escrito en armenio "Soghomón Tehlirian vengador". Un "destacado benefactor" de la comunidad manifestó un velado disgusto ante aquella imagen y ofreció comprarnos toda aquella edición. Nos negamos a venderle los ejemplares cuando supimos que lo hacía para retirarla de circulación. Más tarde supimos, también, que su intención era que las autoridades de la embajada turca en el país, con las cuales el benefactor mantenía aceitados vínculos, no se irritaran por este tipo de conductas.

Hubo, también, por aquellos años un conocido incidente vinculado con la publicación en Humus de un extenso artículo titulado "La cuestión armenia hoy" que, en realidad, era la traducción al castellano del que había aparecido en "Critique Socialiste" ("Crítica Socialista"), una revista marxista francesa, con la firma de Pierre Terzian. El artículo, de sesgo histórico, daba cuenta de los virajes de los principales dirigentes de los partidos políticos armenios luego de la sovietización de Armenia y de los vínculos que algunos de ellos mantuvieron con el nazismo, primero, y luego con la CIA, durante los primeros años posteriores a la segunda posguerra. No vamos a traer aquí aquella vieja polémica, pero sí queremos destacar la intensidad que tuvo en la vida comunitaria de 1984.

Para entonces, Humus ya había adquirido un perfil mucho más definido: era una publicación hecha por jóvenes para los jóvenes que proponía una agenda cultural acerca de un nuevo modo de pensar la identidad armenia en la diáspora y la causa nacional armenia. En aquel tiempo algunas condiciones políticas en el país estaban cambiando velozmente (la derrota en Malvinas en 1982 había empujado a la dictadura en Argentina a su fin y se abría una nueva etapa democrática) y este cambio de época permitía que la sociedad se abriera a nuevos temas y lenguajes. En esos mismos años tomamos conocimiento de que había jóvenes armenios de nuestras mismas edades que habían elegido la lucha armada como método de reivindicación de la causa armenia. Muchos de ellos habían matado, habían muerto o purgaban largas condenas en cárceles europeas.

En 1983 llevamos adelante un enorme proyecto audiovisual para la época. "Escenarios" -así se llamó- fue un documental montado con cientos de diapositivas que nos había facilitado el padre Harutiún Bzdikian, sacerdote mekhitarista, al que le agregamos música y un guion de nuestra autoría. El argumento central de "Escenarios" giraba en torno al estado de deterioro de los monumentos arquitectónicos armenios -mayormente iglesias- en los territorios históricos ocupados por Turquía así como puntos geográficos que daban testimonio de la deportación de los armenios por el desierto de Deir Ez-Zor.

"Escenarios" fue presentado, primero en el auditorio del Colegio Mekhitarista -con notable concurrencia de público- y más tarde en diferentes instituciones de la colectividad armenia de Buenos Aires. Eso nos permitió tomar contacto con jóvenes de otras instituciones, compartir con ellos nuestro trabajo y, de alguna manera, constituir para ellos una referencia. En una comunidad por aquellos años tan polarizada, la experiencia de un grupo autónomo como el nuestro era inusual y alentador.

"Escenarios" fue, sin dudas, un proyecto de exitosa realización aunque también hubo otros similares que fracasaron o que abandonamos, como el de realizar el guion y la posterior filmación de "Un proceso histórico", libro basado en el juicio a Soghomón Tehlirian en Berlín por el asesinato de Talaat Pashá, uno de los máximos responsables políticos del genocidio armenio. La mayor de las veces el exceso de entusiasmo no logra suplir la falta de conocimientos en actividades tan complejas como el cine.

A cuarenta años vista, ¿qué fue Humus? En resumidas cuentas, fue un grupo de jóvenes de origen armenio unidos por un entusiasmo inusual y una urgente necesidad de decir cosas; a veces claras, otras veces confusas. Con nuestros aciertos y limitaciones, fuimos jóvenes que dijimos cosas diferentes y que las cosas que dijimos inspiraron a otros jóvenes. Hasta la aparición de Humus, la prensa juvenil armenia se encuadraba dentro del canon y las directivas de sus instituciones madre. A partir de Humus surgieron otras publicaciones que, como la nuestra, se plantearon escribir desde y con autonomía.

Como toda experiencia, la de Humus habitó su propio tiempo; un tiempo que fue muy diferente a los que hoy nos toca vivir. Hace cuarenta años, en 1980, el mundo mantenía un formato bipolar, la única Armenia posible era soviética, la amenaza nuclear estaba a la vuelta de la esquina, las democracias eran una rareza política y alguna que otra revolución andaba dando vueltas por ahí, esperando alcanzar su victoria. Las computadoras eran muy caras y rústicas. No existía Internet, tampoco los celulares; mucho menos aún las redes sociales ni el concepto mismo de las revistas digitales.

Cuarenta años más tarde la Unión Soviética desapareció y Armenia finalmente logró su independencia: no fue (ni es) el lugar idílico que describían los relatos que nos transmitieron nuestros abuelos y nuestros padres. Simplemente es un país soberano que, como tantos otros, lidia cotidianamente con sus problemas reales.

Cada generación sueña a la siguiente y nosotros no somos la excepción a esta regla. De aquellos adolescentes y jóvenes de 1980 quedan intactas las enseñanzas aprendidas y el cálido recuerdo por los compañeros que ya no están entre nosotros.

Queda también, casi intacto, el entusiasmo de volver a publicar esta revista para reconocer nuestros pasos en esas huellas. Escribimos, porque aún podemos. Publicamos para quien aún quiera leernos. Seguimos siendo, para quien quiera continuar lo que alguna vez empezamos.֎