El negacionismo como política de Estado

09.09.2020

Escribe: Eduardo Kozanlian

Cleon Peterson, "Genocidio"
Cleon Peterson, "Genocidio"

Esta nota está basada en trabajos de investigadores que han profundizado estudios sobre el negacionismo, de los cuales he escogido algunos de los pasajes más esclarecedores. Para comenzar, tomo la definición de la palabra que nos ocupa. La Real Academia Española (RAE) ha incorporado la voz "negacionismo" a la vigesimotercera edición del Diccionario académico con el siguiente significado: "actitud que consiste en la negación de hechos históricos recientes y muy graves que están generalmente aceptados". En su Diccionario jurídico lo califica como "delito de odio que comete quien niegue públicamente un delito de genocidio, de lesa humanidad...".

Como sabemos, el siglo XX estuvo marcado por varios genocidios, de los cuales, cronológicamente dispuestos, el armenio y el judío son los que más prensa tienen, aunque dispuestos en importancia de difusión, el primero está prácticamente silenciado. En el caso de la Shoá, sus detractores son, en general, historiadores, políticos, escritores, es decir, individuos. En el caso armenio, la gran diferencia consiste en que enfrenta un negacionismo de Estado, cuya diplomacia internacional tiene recursos para el chantaje. Su lobby estatal está vigente en especial en los países con presencia de comunidades de la Diáspora armenia, donde "la campaña del Estado turco impone silencio promoviendo una variedad de recursos cooptantes, diseminando falsificaciones de datos históricos y a través de halagos e intimidación" (Richard Falk).

Cleon Peterson es un joven artista cuyas obras giran en torno a la violencia humana
Cleon Peterson es un joven artista cuyas obras giran en torno a la violencia humana

Desde hace varias décadas, la prensa ha denunciado esta política del Estado turco respecto al Genocidio Armenio mediante notas y editoriales, las cuales siempre son atacadas por las más altas autoridades oficiales. Así lo resume un excelente editorial del Diario La Nación: "A pesar de la documentación largamente probatoria del hecho, Turquía lo sigue negando y se esfuerza vanamente por tratar de distorsionar la historia, como si el genocidio no hubiera existido y como si los turcos no hubieran sido responsables de él, escondiendo y desafiando a la verdad" (2/2/2015).

Cabe señalar que Turquía utiliza el negacionismo como coartada y excusa, un método "... organizado y ordenado por el gobierno acusado, que se trasvasa sutilmente a la cultura de su país. Es la pretensión esgrimida por el Estado culpable, de rehabilitar el honor de los autores materiales del crimen, comprometidos por la historia que los responsabiliza" (Pascual C. Ohanian). En una nota del escritor francés Bernard Henry-Levy leemos: "Cuando me sumergí en la literatura negacionista en relación con los armenios, descubrí con sorpresa que es la misma literatura que la que ya conocía respecto de la aniquilación de los judíos. La misma retórica. Los mismos argumentos". De este último escrito tomo cuatro formas de negación y le agrego algunos ejemplos.

La primera es la minimización o trivialización, que puede resumirse en el siguiente argumento: "... hubo muertos, de acuerdo, pero no tantos como se dice". Un ejemplo elocuente de esta clase de afirmaciones es una carta que recibió el Dr. E. Raúl Zaffaroni de un embajador turco acreditado en nuestro país, en la que decía que "no fueron 1.500.000, fueron nada más que 400.000". Ante aquella actitud negacionista, el Dr. Zaffaroni respondió: "Se puede suponer lo que contesté: no se trata de una cuestión de números. Nunca un genocidio es cuestión de números". Por mi parte añado que, lamentablemente, entre 1894 y 1923, el Estado turco masacró a más de dos millones de armenios. ¿O es que los armenios que habitaron por milenios su ancestral territorio sacaron visa para emigrar repentinamente y en masa a California?

La segunda es la racionalización, cuyas expresiones comunes por parte de los negadores aluden a que "las masacres se inscriben en una lógica de guerra", "que se produjeron en tiempo de guerra y que por lo tanto debió ejecutarlos por su propia seguridad" o que "los hechos se produjeron durante una conmoción interior". Por ejemplo, Justin Mc Carthy escribió: "Lo que pasó entre los turcos y los armenios no era un genocidio, era una guerra" (textual). Un ejemplo significativo fue la interpretación de la autodefensa de la ciudad de Van en 1915. Sus pobladores, conscientes del inicio de matanzas masivas de civiles, se atrincheraron para resistir la inminente deportación letal que les esperaba. Acusar a estos actos de desesperación como "actos de guerra" o de "rebelión" contra la autoridad sería como acusar de lo mismo al heroico levantamiento del gueto de Varsovia contra la política genocida nazi.

La tercera forma consiste en invertir los papeles, es decir, culpar a las víctimas de su suerte, convertir a la víctima en culpable y agresora. "Así como Céline [Louis Ferdinand] responsabilizaba a los judíos de la [Segunda] guerra, los negacionistas turcos explican que son los armenios, por su alianza con los rusos, quienes se cavaron su propia fosa". Nada más falso. En agosto de 1914, los líderes del principal partido político armenio, el Tashnagtzutiún, declararon públicamente su lealtad al Gobierno y, en el caso de que la guerra fuese inevitable, todo ciudadano debería cumplir sus obligaciones con respecto al Estado en que habitaba, (resoluciones del VII y VIII Congresos Generales de la Federación Revolucionaria Armenia). De igual modo procedió el Patriarca de la comunidad armenia del Imperio turco-otomano. La lealtad de los armenios, aun viviendo discriminados, no fue suficiente para evitar su tragedia, ya que años antes se había decidido a nivel estatal la destrucción física de los armenios del Imperio turco. A la historia se la puede tratar de falsificar, no así a la memoria.

La cuarta y última forma de negación enunciada por Bernard Henry-Levy pasa por relativizar. Otro argumento del negacionismo turco se vale de una pregunta tendenciosa y vil: "¿Cuál es la diferencia entre las víctimas armenias y las víctimas turcas de las 'bandas armenias'?". Al respecto, Turkkaya Ataov escribe: "... asesinatos masivos de turcos a manos de los armenios en varias partes de Anatolia, principalmente en Van...". A su vez, los autores Suslu, Ogun y Torehan Sedar hablan de "genocidios cometidos por los armenios de Van, Bitlis, Mush y Kars".

El actual embajador turco en la Argentina, Sefik Vural Altay, envió una carta al diario Perfil (28/4/2020) con el clásico sesgo del negacionismo estatal de Turquía, que contiene de algún modo las cuatro formas señaladas. Allí niega el Genocidio turco contra el pueblo armenio y afirma que "denominar los trágicos [gracias, señor embajador, por admitir que al menos fueron 'trágicos'] sucesos de 1915 como 'genocidio' no sólo está legalmente infundado, ya que no existe sentencia judicial, sino que constituye también una agresión directa contra toda una nación". El señor embajador debería conocer o recordar varias cosas:

a) "El hecho de que un crimen no haya sido juzgado no niega su existencia legal" (Mahmoud Cherif Bassiouni).

b) El 29 de agosto de 1985, la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la ONU aprobó el informe sobre Prevención y Sanción del crimen de Genocidio, del experto inglés Benjamín Whitaker. En el párrafo 24 se menciona expresamente el Genocidio perpetrado por el Estado otomano contra el pueblo armenio. El gobierno de Turquía recurrió a toda clase de presiones con el objeto de eliminar la mención del Genocidio Armenio. El aporte argentino a esta resolución se lo debemos al Dr. Leandro Despouy, quien, como embajador del gobierno del Presidente Raúl Alfonsín e integrante de la Subcomisión de Derechos Humanos de la ONU, tuvo un rol fundamental en la aprobación del "Informe Whitaker", que derivó en el histórico reconocimiento de la ONU. "Como era de rigor, el informe final de la Subcomisión fue enviado a consideración de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas bajo la denominación Resolución 1985/9. La comisión en su período de sesiones de febrero-marzo 1986 hace suyo el Informe del Relator y le expresa sus felicitaciones y agradecimiento" (Mario Nalpatian, 19/4/2017). De esta forma se aprueba definitivamente en la ONU el reconocimiento del Genocidio Armenio.

c) El señor embajador no sabe o no recuerda que la Argentina reconoce el Genocidio Armenio a través de la Ley Nacional 26.199 promulgada en 2007 durante el gobierno del Presidente Néstor Kirchner.

d) Tampoco recuerda que en la Argentina los tres poderes ‒Legislativo, Ejecutivo y Judicial‒ han reconocido el Genocidio Armenio. Aquí me limito a estos cuatro ejemplos inherentes a nuestro país, pero hay muchos más y, si sumamos a los del mundo, serían incontables.

Como corolario de tantas mentiras, falsedades y ridículas declaraciones del síndrome de negación del Estado turco a través de sus representantes, que desembocan en lo que Dadrian denomina "industria de la negación", invoco la acertada observación del ensayista Montaigne: "Nadie está exento de hablar tonterías. Lo imperdonable es hacerlo solemnemente". Para entender el carácter del negacionismo turco, es necesario comprender que el plan de exterminio no se circunscribía sólo a los armenios del Imperio. Como ejemplo, y para citar una fuente no armenia, puede destacarse el informe del embajador de Austria en Alemania, Hohenlohe, al ministro de Relaciones Exteriores Stephan Burian Von Rajecz (29/5/1918): "Según los informes, Turquía quiere anexarse el Cáucaso entero y exterminar a los armenios (ausrotten) por todos los medios disponibles; masacres y baños de sangre están a la orden del día". En septiembre de 1920, Turquía invadió con intención genocida a Armenia, país que desde mayo de 1918 tenía estatus de república libre e independiente. La orden secreta de Ankara en telegrama cifrado al general turco Kazim Karabekir dice: "... es indispensable que Armenia sea política y físicamente aniquilada (siyaseten ve maddeten ortadan kaldirmak)". Esta invasión a una Armenia extenuada aplastó al país y el genocidio continuó más allá de las fronteras imperiales turcas. Luego, Mustafá Kemal (Ataturk) siguió su recorrido letal destruyendo Cilicia y Esmirna, para citar sólo dos megacarnicerías.

La negación de estos crímenes, como última fase del plan genocida, se retrotrae a los inicios de las masacres y fue implementada en forma más rigurosa por Mustafá Kemal, quien nombró en su gobierno a muchos ex funcionarios del régimen anterior. Los sucesivos gobiernos de la "República moderna", que el genocida Mustafá Kemal fundó sobre el crimen de genocidio y la usurpación territorial, siguen hasta hoy negando su crimen. Atilio Boron escribió que el Genocidio Armenio "... sigue soterrado bajo una espesa conspiración de silencio. La República de Turquía, como Estado sucesor del Imperio otomano, ha hecho del 'negacionismo' su divisa: el genocidio no existió" (24/4/2006). Por su parte, Osvaldo Bayer ha trazado una continuidad negacionista con el nazismo: "Los turcos lo niegan, como negaron los nazis el genocidio de los judíos" (17/5/2012). Bayer desarrolló este tema en varios de sus escritos, entre los que se destaca su prólogo del libro Historia del pueblo armenio, de Ashot Artzruní: "... comienza un capítulo que no soporta explicaciones ni disculpas. El genocidio moderno. 1915. [...] La documentación, las fotos, nos hablan de la perversión a que pueden llegar seres que se llaman humanos. Y después de todo eso, negarlo con un cinismo que no tiene parangón en la historia del ser humano. [...] Un millón y medio de seres indefensos. Asesinados por la codicia, el racismo, el ansia de matar".

En cuanto a la falta de juicio, un punto que sin dudas diferencia el Genocidio Armenio de la Shoá, retomo las palabras del Dr. Zaffaroni: "No hubo Núremberg en el caso de Armenia" (Córdoba, 30/9/2005). "Una sociedad que no enfrenta las atrocidades que ha cometido y no se ocupa de su propia inhumanidad, es susceptible de continuar o repetir tales acciones" (Ervin Staub, 1989). Hago mías las palabras de Mario Nalpatian: "... poner en tela de juicio las verdades históricas y derechos de los pueblos alienta el autoritarismo. Por eso es ineludible que los gobernantes tomen medidas para detener a quienes utilizan el negacionismo como una forma de hacer política. De lo contrario, habremos instalado nuevamente al 'huevo de la serpiente' entre nosotros", (2/2/2017).

La criminalización de la negación del Genocidio Armenio en el campo jurídico también tiene muchas páginas, algunas favorables y otras no tanto. Las últimas, en su mayoría, obedecen a las constantes presiones del Estado turco, siempre atento a que no surja ningún atisbo de reconocimiento que pueda "perjudicarlo". El Estado turco no teme a la vergüenza de estar expuesto públicamente como criminal, ya que carece de ella. Pero sí teme a las reparaciones que el Derecho le podría exigir como culpable del delito de genocidio, con respecto tanto a reclamos territoriales como de bienes raíces o muebles usurpados y expropiados ilegítimamente. Se calcula que un tercio de la riqueza actual de Turquía perteneció a los dos millones de armenios asesinados.

El Estado turco rehúye las sanciones a su negación de la intención genocida del crimen no tanto por quedar expuesto a su falta de conciencia moral y ética, sino más bien por una razón contable en su debe y haber delictivo. Así lo explica el Informe del Grupo de Estudio sobre Reparaciones por el Genocidio Armenio: "Más allá de la restitución e indemnización por la confiscación discriminatoria de los bienes privados y comunitarios, existe la obligación de reparar la muerte y el sufrimiento causados por los graves crímenes contra la población armenia del Imperio Otomano [...] La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad deja en claro que no hay prescripción en el inicio de una acción judicial del crimen de genocidio" (AGRSG, Resolución con Justicia).

En Francia es notable el avance de la legislación en contra de la perversa retórica del negacionismo sobre genocidios. En octubre del 2006, la Asamblea Nacional aprobó una proposición de ley tendiente a reprimir la negación de la existencia del Genocidio Armenio, que luego rechazó el Senado. La ley vigente sólo castiga la negación de los crímenes contra la humanidad perpetrados durante la Segunda Guerra Mundial: "Eso no impide la extensión de su campo de aplicación a otros crímenes, pero siempre que haya una decisión judicial que califique el crimen negado como crimen contra la humanidad. Tanto el genocidio de Rwanda como el de la ex Yugoslavia responden a esa exigencia [...] En cambio el Genocidio Armenio no satisface ese criterio" (J. M. B. Ubillos, 2008).

En nuestro país, es célebre el fallo de una causa iniciada por el escribano Gregorio Hairabedian en el 2000, querella a la que se sumó la comunidad armenia en pleno: "La Justicia argentina reconoció días atrás que el asesinato de un millón y medio de armenios entre 1915 y 1923 constituyó un genocidio. La sentencia dictada por el Juez Norberto Oyarbide produjo una nueva fisura al negacionismo oficial impuesto por el Estado turco" (Juez Martín Lozada, 13/4/2011). En su demanda, Hairabedian pidió que se averiguase el destino de cincuenta familiares directos de las localidades de Palú y Zeitún del Imperio turco-otomano.

Teniendo en cuenta que el reconocimiento del Genocidio Armenio a nivel mundial es indiscutible y que los negacionistas sin dudas conocen los hechos, se llega a la lógica conclusión de que negar el Genocidio de 1915 es ser cómplice, por lo que al negacionismo público se lo puede calificar como apología del delito. Las opiniones sobre si la cuestión del negacionismo se resuelve o no penalmente pueden ser válidas, pero ante tanta evidencia probatoria de los dos genocidios tratados en este estudio ‒el Genocidio Armenio y la Shoá‒, sería injusto y discriminatorio que no tengan la misma penalización en el campo del Derecho Penal Internacional o ante los Tribunales competentes. Las razones esgrimidas para desacreditar uno de ellas deben ser removidas, ya que un genocidio no es un hecho histórico más, y el negacionismo no es, como algunos pretenden hacer creer, libertad de expresión ni simples palabras arrojadas al viento. Cuando se convierte en política de Estado, el negacionismo es la última fase de los planes genocidas.

Referencias

Ataov, Turkkaya, "La Cuestión Armenia", SAM Papers, Nº 9, Ankara, 11/1999.

Bassiouni, Mahmoud Cherif, "Crimes against Humanity in International Criminal Law [n. 39], p. 176, citado por V. Dadrian en Los elementos clave en el negacionismo turco del Genocidio Armenio: Un estudio de distorsión y falsificación, Fundación Armenia, Buenos Aires, 2002.

Bayer, Osvaldo, "Osvaldo Bayer, Raúl Zaffaroni y Khatchik Derghougassian presentaron Un proceso histórico, un valioso testimonio acerca del genocidio de los armenios y el castigo a los responsables", 38º Feria del Libro de Buenos Aires, 22/4/2012, en Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, disponible en https://bit.ly/3eUgSD6.

Bayer, Osvaldo, "Prólogo", en Artzruní, Ashot, Historia del pueblo armenio, 4ª ed. en español (actualizada), trad. Rubén Sirouyan, Sirar, Barcelona, 2010.

Bilbao Ubillos, Juan María, "Derecho Penal, memoria y verdad histórica: La criminalización de la negación del genocidio", Catedrático de Derecho Constitucional, Universidad de Valladolid, 2008.

Boron, Atilio, "Genocidio Armenio: la tragedia y la farsa", Página 12, 24/4/2006.

Dadrian, Vahakn N., Los elementos clave en el negacionismo turco del Genocidio Armenio, Fundación Armenia, Buenos Aires, 2002.

Dadrian, Vahakn N., Historia del Genocidio Armenio, Imago Mundi, Buenos Aires, 2007.

Dasnabedian, Hratch, Historia de la Federación Revolucionaria Armenia (1890-1924), Editorial Diario Armenia, Buenos Aires, octubre de 2013.

DerGhougassian, Khatchik (comp.), El derrumbe del negacionismo, Planeta, Buenos Aires, 2009.

Falk, Richard, "Journal of Political and Military Sociology", vol. 22, n. 1 (1994), citado por V. Dadrian en Los elementos clave..., ob. cit., p. 3.

Grupo de Estudio sobre Reparaciones por el Genocidio Armenio (AGRSG), Resolución con justicia: Reparaciones por el Genocidio Armenio, Buenos Aires, Fundación Consejo Nacional Armenio para la defensa de los derechos humanos, trad. A. P. Karamanian, 2015.

Henry-Levy, Bernard, "Un antídoto contra los que niegan la historia", Le Monde,2007 y Clarín, 12/2/2007.

Kozanlián, Eduardo; "Acerca del libro Resolución con justicia: Reparaciones por el Genocidio Armenio", Diario Armenia, 4/2/2016.

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